La luz del
alba se abría por el horizonte entre las pocas nubes deshilachadas que
quedaban, por un momento, dejó sus pensamientos de lado y se detuvo a
contemplar exclusivamente el juego cromático de los primeros haces del sol acompañados por el vuelo
sincronizado de los estorninos. Apenas unos segundos bastaron para que un
sonido similar al de un relámpago estallara a su izquierda, a relativa
distancia, rompiendo con la armonía que hasta entonces reinaba en el ambiente.
Al principio se sintió tan aturdida por el susto que tardó en pensar con
claridad más de lo que a ella le hubiera gustado. Por un momento se le pasó por
la mente el hecho de que se tratara de un simple petardo. Dada la época del año
en la que se encontraba, las fiestas patronales estaban al caer y debido al revuelo que esto causaba todos los años, muchos jóvenes ansiosos de actividad y jaleo procedentes de pueblos aledaños solían salir al campo anticipándose a la verbena estival, bien haciendo gamberradas, bebiendo o simplemente riendo y montando alboroto. No obstante, desechó
la idea a la vez que se dio una palmada en la frente al darse cuenta de las
escasas probabilidades de que a alguien se le ocurriera andar con dicho
explosivo a esas horas. Al menos nadie con un mínimo de cordura haría tal cosa al lado de la casa de Müller, ni siquiera un chaval.
Decidió pues levantarse del prado sobre el que había estado sentada toda la
madrugada. Había decidido alejarse de la urbe tras no haber podido conciliar
el sueño en toda la noche y así, poder relajarse respirando aire limpio mientras disfrutaba de las maravillosas vistas que ofrecía el mar. No consiguió ver a nadie ni nada alrededor que
pudiera haber ocasionado tal estruendo y comenzó a caminar por el borde del
acantilado de camino al área recreativa que se encontraba a unos cinco minutos,
tratando de seguir su origen.
Iban a dar
las 7.00 y el <<cojo cabrón>> no había aparecido. Fritz comenzaba a
ponerse nervioso y cuando eso ocurría perdía la poca racionalidad que le
quedaba dejándose llevar por impulsos violentos. Su constitución física era la
que cabría esperar de un antiguo miembro de la policía secreta alemana, ahora
exhiliado tras la presión política que amenazaba a su país y, sobre todo, a su
familia. Finalmente un Rolls-Royce Phantom negro mate estacionó o unos 10
metros enfrente suyo.
<<Joder,
tan discreto como siempre>> pensó Fritz. El chofer, una vez hubo esperado
unos diez largos segundos, salió para abrirle la puerta a su pasajero. Un hombre
mayor, de unos setenta años y con el pelo canoso salió del lujoso vehículo no
sin bastante esfuerzo, ayudado por un bastón.
-Tan
puntual como siempre- saludó Helmunt Bachmann a la vez que se aproximaba
lentamente.
-¿No había
otra forma de llamar más la atención?
Helmunt
miró a su alrededor hasta encontrar un Peugeot rojo. Se echó a reir.
-Pero si
he traído el de menor gama precisamente para eso, igual que tú.
-Muy
gracioso, sabes muy bien que todos nos están buscando por todos los jodidos
lados y tu coche perturbaría cualquier intento de discreción. Basta de idioteces, ¿Lo
tienes?
-Los
tiempos los marco yo, primero quiero ver el material.
Fritz se
acercó a su coche, abrió la guantera y sacó un sobre.
-¿Quieres
que te lo abra? dijo con una arrogancia de la que se arrepintió casi al
instante.
-Vuelve a
hablarme así y será lo último que hagas-le escupió Helmunt al exhiliado
alemán. Contempló el sobre detenidamente para luego dárselo a su chofer,
quien lo guardó inmediatamente.
-Bien,
otra cosa.
-Dime.
-No quiero
que volváis a contactar conmigo nunca más ni que mencionéis mi nombre a nadie.
A partir de hoy seré un puto fantasma. Ya he estado muerto y sabes
perfectamente a lo que me refiero.
-Entendido,
¿algo más que añadir?
-Sí, otra
cosa... -Titubeó por un momento- Con esto queda resuelto lo de mi familia.
Helmunt
Bechmann le dedicó una educada sonrisa.
-Bien.
Fritz
esperó. Ambos permanecieron callados, se estaba empezando tensar el ambiente.
-Está
bien, ya te lo he dado, ¿te tengo que suplicar por favor para que me des la
pasta?- Dijo con uno de sus comentarios atrevidos que tanto le caracterizaban.
Helmunt
Bachmann era un viejo con muchas de sus facultades perdidas por la edad, pero
aún conservaba a la perfección los reflejos en el manejo de las armas. Saco
rápidamente su Colt M1911A1 y le pegó un tiro limpio en el corazón. Fritz pareció quedarse helado, se puso de rodillas y acabó desplomándose boca arriba sobre el
gélido asfalto desangrándose.
Sabía que la muerte había sido prácticamente instantánea pero aún así le dedicó unas últimas palabras mientras se desangraba.
-La
educación no te vendría nada mal pero no es ese el motivo por el cual he concluido
tu miserable vida, simplemente has dejado de serme útil y sabes demasiado. Creo
que eres capaz de comprenderme. En el fondo lo sabías ¿verdad, comunista asqueroso?-Dibujó una sonrisa en su rostro mientras contemplaba los débiles y últimos espasmos involuntarios del cuerpo inerte. Después hizo un gesto a su chofer y se montó en el coche.
A los
pocos minutos Anna llegó al lugar del asesinato, halló el cuerpo rodeado de un tinte rojo y espeso pero no consiguió ver a nadie más. Si alguien se hubiera dado a la fuga ya lo habría hecho, y tendría el tiempo suficiente para ocultarse por el trayecto zigzagueante que
conducía a la carretera comarcal, gracias a los densos pinos que lo
rodeaban.
Pensativa y catatónica se que dió lentamente media vuelta: la luz de la cabaña estaba encendida. Asustada, una vez hubo recuperado el aliento se apresuró hacia el hogar del viejo.
Pensativa y catatónica se que dió lentamente media vuelta: la luz de la cabaña estaba encendida. Asustada, una vez hubo recuperado el aliento se apresuró hacia el hogar del viejo.
*Nota: si quieres que continúe la historia házmelo saber en los comentarios. Por alguna razón los "me gusta" se borran al actualizar la página, problema que trataré de arreglar. Gracias ^^