jueves, 9 de julio de 2015

La lucha del ser ufano

      Ha llegado un momento en el cual los autoengaños ya no me convencen y debo admitir muy a mi pesar que ser bueno no me trae nada bueno, incluso soy capaz de reconocer que me ha perjudicado bastante serlo. Sinceramente pienso que en esta vida hay que ser un tremendo capullo para que las cosas te salgan bien; así, tal cual.

     La verdad es que por muy civilizados que nos creamos no somos más que simples animales (incluso mucho más inútiles que ellos) y nos gusta actuar en manada. Nuestra simplicidad no tiene límites llegando incluso a castigar (verbal o físicamente) a aquellos que consideramos ajenos a nuestra manada, esto es la gente diferente a quienes tú, y digo TÚ te identificas o relacionas. De ahí salen cosas tan populares como el bullying, prejuicios, homofobia, racismo, etc. Todos estos comportamientos tienen en común ese “miedo a lo desconocido o extraño” que por lo tanto “merece” ser castigado.

    Supongo que aunque no hayas visto muchos documentales sabrás que es habitual la existencia de uno o dos líderes dentro de una comunidad, miembros que por las razones que sean son quienes tienen mayor autoridad y hacen uso de ella para someter a sus seguidores. Estos son los llamados “machos alfa” (antes de que penséis estupideces sexistas debo decir que bien puede ser hembra y no necesariamente macho… bueno en fin, no me he inventado yo el término y no sé que hago dando explicaciones). Llegado a este punto os pregunto: ¿quiénes son los que verdaderamente tienen mayor facilidad para llegar a este puesto dentro de un grupo social según las breves características que os he citado? BINGO: aquellos a los que les guste imponerse al resto, aquellos que solo miran para sus adentros, aquellos, y perdonad que reitere, que sean autoritarios y muestren seguridad en sí mismos. La gente confunde en ocasiones la seguridad con el egocentrismo y egoísmo.

    <<Ojo, con esto no quiero hacer una generalización absoluta ni quiero que se me malinterprete, como todo, esto es relativo. Es cierto que hay personas que intentan que esto cambie pero curiosamente (o no) son las que menos apoyo reciben. De esas personas en las que seguro crees incluirte hablaré mas adelante>>.

    Si te pasas de listo e intentas romper la armonía en un grupo de seres ufanos (o humanos) puedes llegar a ser considerado una “amenaza” dentro del sistema y como no te gusta sentirte rechazado acatas el orden impuesto con resignación. Ahora bien, en cuanto eres consciente de que no merece la pena rodearte de esa escoria y decides valerte por ti mismo enseguida aparecen miles de dedos que te señalan, comentan y piensan estupideces con las que creo que se alimentan. A mí me gusta llamarles pirañas.

    Perdonad que me corrija, no somos animales, nosotros somos mucho peores y nuestra proliferación como especie es incompatible con la suya y con cualquier otra vaya. Somos seres destructivos y egoístas, en todos los contextos posibles. Todos somos egoístas y destructivos en el amor, las relaciones personales, con otros seres, con nosotros mismos, con nuestra imaginación, y en fin, con cualquier existencia material o intangible… La mayoría de las veces sin darnos cuenta, de forma mecánica, aunque dicho así parece que tenemos excusa. Y con ello he llegado a la conclusión de que el altruismo es una utopía, la generosidad no es más que egoísmo de procedencia externa.

     Y sí, sé que tú eres toda una excepción pero no te enorgullezcas porque como sigas así no sólo no conseguirás cambiar a los demás sino que te intentarán hundir hasta destruirte. Es entonces cuando aprenderás la lección de que no existen hombres buenos, sino personas con los mismos intereses que tú y en cuanto ese interés que os une deje de tener importancia te abandonará y estarás solo y, confiesa, harías lo mismo en su lugar. Por suerte yo no he necesitado llegar a ese punto ni mucho menos me acabo de dar cuenta ahora ¿Y tú, quieres ser parte de esa escoria o prefieres ser una amenaza? Yo lo tengo claro.

    Te das cuenta de que algo va mal cuando a los que hacen de buenos se les llama tontos.

    “Sinceramente pienso que en esta vida hay que ser un tremendo capullo para que las cosas te vayan bien” o al menos no muy mal. Porque de lo contrario no dudarán ni un segundo en serlo contigo. ¿Ley del más fuerte? No, yo lo llamaría más bien algo así como batalla por el beneficio individual, la lucha del ser ufano... o simplemente un “todos contra todos” como dijo un tal Hobbes.